Nim, Barra de Colotepec
Foto: Costa Hadjiandreau


Bajo la sombra del Nim

¿Qué hay que no nos guste de los árboles de nim? Crecen extremadamente rápido, no son susceptibles de plagas o pestes y proveen sombra abundante. Sus hojas no se caen, luego entonces, no hay que recogerlas, y sus raíces van recto hacia abajo, así que no interfieren con la cañería ni destruyen las banquetas. Realmente parecen perfectos para nuestra región de selva seca.

El nim no es una planta endémica. Se introdujo en México en 1989 con semillas de las Filipinas como parte de un programa gubernamental para controlar las plagas agrícolas en comunidades rurales de bajos recursos. Plantando una línea de árboles de nim alrededor de un campo de cultivo se forma una barda biológica contra los insectos transportados por el viento. El nim en si, tiene algunas cualidades tóxicas y las semillas molidas se pueden fermentar para luego rociar los cultivos. El uso de plantas para controlar a los insectos se favorece en México en lugar de insecticidas químicos potencialmente peligrosos.

Árbol de Nim, Barra de Colotepec<br />Foto: Costa Hadjiandreau
Árbol de Nim, Barra de Colotepec
Foto: Costa Hadjiandreau

En Puerto Escondido, el nim se cultiva principalmente por la sombra que proporciona durante todo el año.

Ahora la parte negativa. Como toda especie no endémica, el nim no se acopla a nuestro ecosistema. La sombra que produce le roba la luz solar a los arbustos y árboles nativos que no pueden competir con su vecino que crece tan rápido. Los insectos no pueden vivir en él; las aves no anidan en él. Sólo el murciélago de la fruta puede tener su hogar es sus ramas. De acuerdo a la bióloga Ana Claudia Sánchez Espinosa de la UMAR, el costo del nim y de otras especies no endémicas es la pérdida de la diversidad de animales, insectos y plantas.

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